Garrido nos lleva 'cara a cara' con el psicopata y escribe un libro necesario en la preservacion de la salud mental ante una de las mas grandes amenazas. Informacion sobre el autor del articulo no puede ser descubierto or se ha convertido dentro del de su autor. El psicopata vicente garrido pdf - File size: 4078 Kb Date added. Baja ya El psicopata un camaleon en la sociedad actual en pdf. El libro de Vicente Garrido.
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Este libro est dedicado a quien me quiso entre das de vino y rosas y a mis fieles amigos Las palabras que no tienen corazn y no co-munican slo pueden traernos regresin y locura. ROSA MONTERO Correspondencia con el autor: Facultad de Filosofa y Educacin Av. Blasco Ibez, 30 46010 Valencia [email protected] PRLOGO A LA SEXTA REIMPRESIN Han transcurrido tres aos desde que saliera El psicpata, y en este periodo he podido comprobar el gran inters des-pertado por lo que alli se deca, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Ahora, al celebrar su aparicin en este for-mato, para su sexta reimpresin es oportuno preguntarse acerca de las razones de ese inters.
Pienso en dos, especialmente. La primera se halla en su ca-pacidad para sugerirnos soluciones o respuestas a episodios que han cruzado nuestras vidas en un momento u otro, pero que quedaron sin respuesta. Por qu tal persona, a la que crea mi amiga, me hizo esa jugada tan sucia que estuvo a punto de arrui-nar mi crdito profesional, ganado con tanto esfuerzo? Por qu mi marido cambi de forma tan sbita una vez comprendi que ya me tena en el bote, y se dedic a aprovecharse de todo lo que yo haba conseguido? En efecto, muchos de los lectores de las reimpresiones anteriores me dijeron: Ahora puedo enten-der cosas que me angustiaban y cuya interpretacin no poda siquiera imaginar. De este modo, saber que existe este trastorno y cmo opera es algo importante, una necesidad desde el punto de vista de la higiene social mental.
Porque al peligro que supone el psi-cpata en s, ha de aadirse el de su desconocimiento. Mien-tras que la gente siga creyendo que los psicpatas son slo asesinos en serie o monstruos de degeneracin, su peligrosi-dad quedar limitada a aquellos sucesos brutales que de vez en cuando conmueven a la opinin pblica, pero stos no nos dirn nada sobre los psicpatas integrados, es decir, aquellos que viven junto a nosotros camuflados bajo la mscara de la amabilidad y la decencia.
La segunda razn es la gran capacidad dramtica que tie-ne el psicpata en sus actos y designios, dramatismo que ya advirti Shakespeare cuando concibi a Ricardo III, Lady Macbeth o Yago, personajes de componentes psicopticos in-contestables. Lo que quiero decir es que los psicpatas encar- 7 nan las peores pesadillas, dan sentido real a las pasiones, las traiciones y los deseos ms oscuros del hombre y la mujer; y todo esto se sabe que ha nutrido al arte de la novela, el teatro y el cine desde los comienzos, porque sus semillas se encuen-tran en la misma cuna de la tragedia griega, en el nacimiento de los primeros grupos de Homo sapiens, porque la psicopata surgi en el primer momento y lugar donde fuera posible vi-vir explotando a los otros, imponiendo una astucia y una vio-lencia superiores.
A medida que las leyes y las sociedades iban denunciando ms estas prcticas, los psicpatas tuvieron que aprender a fingir, a aparentar ser gente honesta y encantado-ra. Y confiar en esas dotes para subvertir las defensas de los sujetos o las empresas que no advertan su peligrosidad. Esta reimpresin no es una nueva edicin; ha pasado poco tiempo para forjar un libro con cambios sustanciales. Pero, aunque algunos de sus casos queden hoy fuera del primer plano de la actualidad, su relevancia se mantiene porque for-man parte de un mosaico amplio, donde confluyen muchos tipos de acciones que ilustran caractersticas de personalidad propias de la psicopata, y nos muestran claves esenciales para comprender este trastorno. Comprender al psicpata es algo ms que un ejercicio in-telectual o una necesidad para el mdico o psiclogo que ha de avenirse al trato con ellos. Es una medida de prevencin radical que cualquiera debera asumir como una forma harto eficaz de evitar vivir situaciones rayanas en el desconcierto y la degradacin, cuando no en la violencia y la locura.
Vicente GARRIDO, enero de 2003 1. PRESENTANDO AL CAMALEN/PSICPATA Camalen. Nombre aplicado a varias espe-cies de reptiles saurios del gnero chamaeleon. Persona con habilidad para cambiar de actitud, adaptando en cada caso la ms ventajosa. (Diccionario de Mara Moliner) Eugenia es una chica venezolana aficionada a rela-cionarse con mucha gente mediante Internet, como mi-llones de personas en el mundo.
En junio de 1998 enta-bl relacin con un cataln, Enric, por este medio, en un canal de charla. Ella, desde Caracas, y l, desde Barcelo-na, llegaron a intimar. En pocos das se haban converti-do en una pareja romntica que dedicaba varias horas a hablar de esas cosas de las que hablan los enamorados. L le haba enviado su foto, y apareca realmente apues-to. Adems, era piloto de aviones. La llamaba con fre-cuencia por telfono. Tena una labia increble, dice Eugenia; yo no quera salir de casa para poder seguir hablando con l.
1 En pocos das, Enric la convenci para que viajara a Espaa y se reuniera con l. Despus de enviarle un gran ramo de flores, le hizo llegar un pasaje de avin de ida y vuelta. Soy la menor de cuatro hermanos, y cuando se lo dije a mis padres casi se mueren del susto.
Pero tal y como fueron las cosas, el susto iba a ser para ella. Cuando em-barc para Barcelona, el 9 de agosto, dej tras de s su trabajo en una compaa de publicidad, su piso de alqui- 1. El Pas, 22 de octubre de 1998 8 ler y todos sus enseres con el encargo de que se vendieran. Iba a reunirse con el amor de su vida. Cuando lleg al moderno aeropuerto de Barcelona, su galn pareca ser otra persona. Por Internet era una persona culta y educada. Tena muy buen humor y me haca rer muchsimo.
Cuando le vi, comprob que no te-na nada que ver con la imagen que yo me haba creado de l. Era ms bajo de estatura de lo que me haba dicho, no iba muy bien vestido y estaba siempre malhumorado. Enric fue a recogerla con un todo terreno muy sucio debi-do, segn l, a que su casa estaba en obras. Posteriormen-te la traslad a un apartahotel, donde convivieron por es-pacio de dos das.
L se ausentaba unas horas porque, explicaba, tena que ir a volar. Esos dos das fueron normales, pero la noche del mircoles algo sucedi: Me llev a dos clubes de inter-cambio de parejas. Le dije que no estaba de acuerdo con eso, y me dej en el hotel. Al da siguiente me llam para decir que se iba a retrasar. Todava le estoy esperando. Qu haba sucedido? Eugenia empez a investigar por su cuenta.
Primero fue a la direccin que l le haba dado en un pueblo cercano a Barcelona, pero tal direc-cin no exista. Llam luego a la compaa area a Madrid (ya que ni siquiera tena una delegacin en Barcelona), pero no conocan de nada a Enric. Eugenia no daba crdi-to a lo que estaba pasando. Completamente desconcerta-da, recurri a un detective privado, Jorge Colomar. Ste fue capaz de darle las respuestas que buscaba. Descubri que, en realidad, lo nico cierto era el nombre, Enric, y qe se trataba de un delincuente habitual que haba esta-do detenido en 11 ocasiones; incluso haba pasado perio-dos en la crcel, siempre por pequeos robos, y que, en ese momento, estaba reclamado por la justicia. Adems, el galn informtico se haba quitado aos; no tena 36 aos, como le haba dicho a Eugenia, sino 40.
Desgraciadamente, Colomar no fue capaz de propor-cionar a Eugenia una respuesta quizs ms importante que el hallazgo de que su Romeo era un vulgar delincuente: la respuesta a la pregunta de por qu alguien se gasta 500.000 pesetas en traer a una chica de Venezuela en medio de una historia llena de mentiras que no parece conducir a nada. Seguimos en Barcelona.
Octubre de 1998. 2 Estamos en el cinturn litoral. Una mujer circula por su carril al volante de su coche. Al llegar al Pla del Palau, observa que hay una seal de giro obligatorio hacia la izquierda. Como la mujer pretende seguir recto, le pide educa-damente permiso a una furgoneta que tiene delante y que est esperando el cambio de semforo para ade-lantar por la derecha y seguir su camino. El conductor de la furgoneta, al ver que la mujer pone el intermitente e inicia la maniobra de adelantamiento, toca reiterada y enfurecidamente el claxon e, impidiendo que siga avan-zando, aprovecha la superioridad fsica de la furgoneta para, iaca!, abalanzarse sobre el turismo y chocar con l cual pirata al abordaje, al grito de igilipollas!, imala puta! Y otras lindezas.
17 de diciembre de 1997, Cllar Vega, provincia de Granada. Ana Orantes se haba hecho famosa porque quin-ce das antes haba denunciado en Canal Sur, la televisin andaluza, que su marido, Jos Parejo, la haba estado mal-tratando durante 40 aos de vida en comn. Ese da, Ana llega con su coche a la vivienda de dos pisos que ambos compartan (un piso cada uno), porque el juez haba de-terminado tal circunstancia, sin que todas las denuncias y 2.
Sergi Pmies para El Pas, 5 de noviembre de 1998 10 11 quejas de Ana hubieran servido para otra cosas Parejo sabe lo que tiene que hacer. Coge un bidn de gasolina y se lo echa por la espalda a su mujer; luego la quema viva. En el pequeo jardn de su casa hay una manguera, pero l no hace nada. Se queda inmvil, observando cmo Ana se consume entre las llamas. En el juicio, Parejo llora con gran emocin; asegura que Ana le haba insultado previamente, y que eso le hizo perder la cabeza. Sin embargo, los hijos tienen una opi-nin bien diferente.
Francisco, de veinte aos, dice: Mi madre era incapaz de insultarle. Le tena demasiado mie-do, sobre todo estando sola. Piedimonte San Germano, sur de Italia, 18 de no-viembre de 1998, fecha de la desaparicin de Mauro lavarone, de 11 aos. Eric, un peruano y conocido del nio, de 17 aos, le acompaa a donde se hallan otros chicos, entre ellos Denis Bogdan, de 19. Eric se marcha, una vez cumplida su misin.
Ha dejado a Mauro en un bosque distante unos 20 kilmetros del pueblo. All Denis y sus amigos matan a Mauro, destrozndole la cabeza. 4 Cul fue el motivo para acabar con la vida de un nio de once aos? En un principio se pens que el asesi-no poda ser un pederasta, alguien que quisiera matarlo para ocultar la denuncia por el abuso a que hubiera some-tido a Mauro. Pero la verdad era mucho ms inconcebi-ble. La razn la dio el propio gancho del crimen, Eric, quien haba odo a Denis planear el asesinato: le asesina-ron sus amigos porque molestaba, hablaba ms de la cuen-ta y se meta en todo lo que no le importaba.
El Pas, 10 y 16 de diciembre de 1998 4. El Pas, 30 de noviembre de 1998 12 Son estos ejemplos hechos muy dispares, que no pa-recen tener ninguna relacin. Sin embargo, la tienen. Los actos que se describen son antisociales, algunos de una gran inhumanidad.
Pero, sobre todo, son absurdos, inex-plicables, casi diramos que son actos estpidos. Aun a ries-go de equivocarnos, diramos que son comportamientos claramente psicopticos. En este libro aparecen muchos casos de comportamien-tos de esta especie.
Muchos son claramente criminales, mien-tras que otros son ms ampliamente contrarios a la socie-dad (antisociales), siempre inmorales, humillantes para una o ms personas, vejatorios para la dignidad humana. Por qu alguien se inventa una apostura y un presti-gio social, se gasta en una chica medio milln de pesetas, y luego la deja abandonada a los dos das? No poda tener a las mejores chicas de alterne de la ciudad con ese dinero? No saba que su fachada se iba a desplomar cuando Eugenia llegara a conocerle, bajito, sucio y malhumorado? Por qu un conductor reacciona como un salvaje cuan-do una chica le pide amablemente paso en un semforo? Por qu un hombre mata sdicamente a una mujer despus de haberla torturado durante cuarenta aos?
Por qu unos jvenes matan sin piedad a un nio de 11 aos cuyo nico pecado pareci consistir en ser un pesado? No haba otra forma de librarse de tan molesta compaa? Este libro es una propuesta para explicar esos por-qus. No pretendemos haber elaborado un catlogo de ho-rrores. Quizs se trata ms bien de horrores cotidianos, porque el camalen no slo es un criminal. Puede estar perfectamente integrado en nuestra sociedad, vivir en la puerta de al lado. Puede ser un poltico, el director de una prisin, un polica, un profesor universitario, un emplea-do de banco o un camarero.
La tesis fundamental de este ensayo puede resumirse en estos puntos: 13 1.Muchos comportamientos que actualmente son ca-lificados de incomprensibles son obra de psicpatas. Y pretendemos explicar quines son y por qu hacen lo que hacen. Los psicpatas criminales son muy peligrosos.
Cons-tituyen los delincuentes ms violentos, y nutren muchos de los casos de maltratadores de mujeres y nios, asesinos en serie, violadores sistemticos, asesinos a sueldo y multirreincidentes. Es preciso llegar a identificarlos y ha-cer un esfuerzo para que reciban una atencin adecuada. Pero otras muchas personas son psicpatas y no se dedican al crimen. Viven en nuestra escalera, son nues-tros maridos o amantes, nuestros hijos, nuestros compa-eros de trabajo, nuestros polticos. Es vital comprender este hecho, darse cuenta de la magnitud de este proble-ma. Los psicpatas que no son delincuentes habituales se adaptan a muchas circunstancias, se camuflan, mani-pulan, desacreditan nuestras instituciones pblicas, soca-van nuestra confianza en la gente, son capaces de llevar-nos al infierno en vida.
Dado que estn especialmente pre-parados para desor las necesidades de los dems, dado que son capaces de daar y maltratar sin reparar en nada, constituyen uno de los mayores desafos que tiene la hu-manidad en el siglo xxI. Hay una predisposicin hacia la psicopata. Parece difcil rebatir esa opinin con los datos cientficos en la mano.
Pero resulta igualmente importante recordar que el medio social que entre todos levantamos para vivir no-sotros y nuestros hijos puede ser de vital importancia para inhibir de forma relevante este fenmeno, o bien para fo-mentarlo, para construir lo que algunos autores han lla-mado una sociedad psicoptica. Hemos desarrollado una extraordinaria tecnologa en los ltimos cincuenta aos.
Desgraciadamente, nuestra capacidad para organizar la sociedad no ha ido a la par. 5 Junto a artilugios y avances mdicos que han dejado obsoletas muchas novelas de ciencia ficcin de hace unos aos, hemos creado o extendido problemas globales que nos llenan de ansiedad: el crimen y las drogas, la contami-nacin ambiental, los genocidios, los innumerables acci-dentes de trfico. Pero a menos que pensemos que tales lacras sean un resultado de la evolucin natural, habre-mos de convenir que la mano del hombre se halla detrs de estas calamidades. Nosotros planteamos la idea de que tales problemas s agravan de modo extraordinario gracias a la accin de lo psicpatas o, al menos, como resultado del comportamient de personas que, sin desarrollar plenamente esa condicin han adoptado formas psicopticas de relacin con los dems De ah que creamos que la calidad de vida de nuestr especie y de nuestro planeta pase necesariamente por lu char contra la extensin de la psicopata. Porque la mal dad y capacidad destructiva de estos sujetos resultan ob vios cuando estamos frente a un personaje notoriament pblico, como Milosevic o Sadam Husein; pero la conduc ta de millones de ellos todos los das desliza la convivenci hacia simas miserables para otros millones que se relacio nan con ellos.
Este libro pretende demostrar que ninguna arena e estril para la psicopata. Los hay artistas, intelectuale analfabetos, pobres y ricos. Algunos casos estn convenie temente documentados, bien por los informes pblico existentes (caso del violador del Ensanche), bien por nue tro conocimiento personal del caso.
Pero la gran mayor 5. Stangeland y S. Redondo (1999), Principios Criminologa, Valencia: Tirant Lo Blanch, captulo ltimo. 1 4 1 se describe por fuentes indirectas, como artculos de pren-sa o comentarios en libros.
Es importante que el lector entienda que, salvo que se diga as de modo expreso, no suponemos que el caso en particular represente a un au-tntico psicpata, sino que ilustra el comportamiento que un psicpata tpico hara, o bien propicia la reflexin para ejemplificar diversos grados de psicopata. Un ejemplo es Luis Roldn. Nosotros no lo hemos es-tudiado, ni hemos tenido otra informacin que la que se ha revelado en los medios de comunicacin.
No podemos de-cir que Roldn sea un psicpata. Pero s que podemos ase-gurar que muchas de las cosas que se ha acreditado que ha hecho Roldn (fingir estudios que no tena; organizar baca-nales siendo un alto cargo de la nacin; trepar desde la nada a puestos de gran confianza; robar y engaar de forma in-creble; protagonizar situaciones bufas e incomprensibles.) son cosas muy caractersticas de los psicpatas, son compor-tamientos psicopticos. Si Roldn no es un psicpata, mu-chos de sus actos (los que han trascendido) s lo son. SAURIO/REPTIL Al comienzo del libro figura la definicin de lo que es un camalen. Por qu un camalen es una buena met-fora para el psicpata? En primer lugar, el concepto de saurio nos describe lo ms esencial de este personaje: su capacidad de evitar las emociones humanas ms genuinas y alzarse como metfora del mal, o de la Bestia. Lo ha escrito con su habitual maestra Rosa Montero: 6 6.
Rosa Montero para El Pas, 15 de diciembre de 1998 16 Qu bestia es en verdad la Bestia: qu irrazonable. Caer en brazos de la Bestia supone prescindir de la autocrtica y ser incapaz de ver y entender a los dems; es perder todo contacto con la realidad (porque el mundo son los otros) y abismarse en un egocentrismo de beb o imbcil. Uno de los principales especialistas en psicopata ha defendido que la ausencia de toda preocupacin por el bienestar de los dems, la crueldad, la insensibilidad emo-cional, bien pueden considerarse como propios de un es-tado reptiliano. 7 El psicpata, de este modo, se convierte en el ms perfecto depredador de su propia especie.
Otro escritor insigne, Flix de Aza, ha planteado esta misma cuestin. 8 Hay ciudadanos malvolos, malignos, desal-mados? Su respuesta es que s, ya que cualquiera puede torturar o matar por mil motivos, pero.slo un tipo particular de criminal humilla a sus vctimas. El sdico, el cruel, es un perturbado que no slo daa, sino que disfruta daando.
Cuando alguien se chancea o utiliza expresiones como tu asquerosa cara de extremeo en una amenaza de muerte, cuando des-corcha una botella de champaa o pide langostinos por-que unos salvajes han matado a un concejal de pueblo, cuando asegura que a su secuestrada le sienta muy bien la dieta, ese individuo tiene mala entraa. Toda la vio-lencia es igual, todos los criminales son iguales? No todos los criminales son iguales.
Lo que propo-nemos en este libro es un viaje hacia el estudio de esa mis-ma esencia de la maldad humana, cuya naturaleza puede expresarse de mil maneras, muchas de ellas criminales, pero otras no. Meloy (1988). The psychopathic mirad. Northvale, NJ: Aronson.
Flix de Aza para El Pas, 3 de marzo de 1999 17 No son los psicpatas necesariamente los ms violen-tos, los que causan mayores atrocidades. Otros muchos pue-den hacerlo.
Por ejemplo, un mafioso puede matar a san-gre fra y extorsionar porque lo ha aprendido desde nio; ha crecido en una subcultura criminal y ha asumido sus normas y valores. Ello hace que, por ejemplo, pueda dis-frutar de una vida normal, fuera de sus negocios. Y as, tal y como lo hemos visto mil veces en las pelculas, ser un esposo solcito y un padre severo pero carioso, y podr emocionarse con los espaguetis de su madre. Este sujeto no es un psicpata. Ha aprendido normas psicopticas que afectan una parte de su vida, pero su personalidad no se ve del todo afectada. Ha aprendido a vivir de forma disociada (esta cuestin se discutir ms adelante).
Es posible, sin em-bargo, que algunos sujetos se quiebren ante la presin de una vida donde la violencia se extiende como una gota de aceite, y terminen desarrollando un estilo de vida muy cer-cano al de un psicpata. Pero se tratara de una psicopata creada por una cultura que, en muchos sentidos, desarrolla en los sujetos la crueldad y el crimen como forma de vida. Es obvio, sin embargo, que, cuando los psicpatas disponen de esa cultura ya instalada, actuarn de modo extremadamente violento, en ocasiones incluso ponien-do en peligro a la propia organizacin, quien temer que el escaso autocontrol del psicpata le traiga quebra-deros de cabeza.
Sin embargo, si el psicpata es el lder, es de esperar una gran violencia y bandidaje. Es el caso del monstruo de Mxico, Daniel Arizmendi Mocha-orejas, jefe de una banda de secuestradores que hasta su captura haba sembrado el terror en ese pas.
Ariz-mendi cont en dos entrevistas grabadas para televisin que sola torturar y desorejar a sus vctimas con tijeras, siendo su nica motivacin el retarse a s mismo. En tan slo tres aos perpetr decenas de secuestros, y obtuvo por los rescates ms de tres mil millones de pesetas. Se 18 demostr que asesin a seis de sus secuestrados.
Dijo que nunca haba sentido compasin, pero piensa que Dios le perdonar. 9 De este modo, no todos los responsables de crmenes atroces son psicpatas, pero stos son responsables de un buen nmero de ellos, y fuera de los casos en que media la estructura de una organizacin criminal (terrorismo, tr-fico d drogas, mafias varias), la violencia del psicpata ser la ms destacada entre el resto de los criminales. Junto a esto no podemos despreciar la posibilidad de que los psicpatas con mayor capacidad de autocontrol logren escalar posiciones elevadas en la subcultura crimi-nal, gracias a su notable encanto externo y su elevada in-teligencia. En todo caso, sea porque el sujeto posee esa persona-lidad, o porque la estructura criminal adopta patrones psicopticos de actuacin, en ambos casos asistimos al mis-mo resultado: el mayor de los desprecios por la vida hu-mana, por los sentimientos y necesidades del otro; un aban-dono de la dignidad que poseemos como seres humanos.
Es esto lo que comparten los ejemplos que han abierto este captulo introducto.rio, junto con una sensacin profund de futilidad, de estupidez. Si el modo ms preclaro de vivi es un trato inteligente con la vida, lo que aqu se descuelg entre tanta aberracin y despropsito es el insulto, no sl a la sensibilidad humana, sino a la inteligencia real y pro funda del hombre/mujer, la que nos dicta el juicio pruden te, el criterio del buen sentido, la capacidad de discerni correctamente de acuerdo a las circunstancias. Porque, corno se comentar en este libro, es este quid de la cuestin, donde hace agua la psicologa de dich personaje. Es cierto que puede planear minuciosamente sacar un gran provecho econmico de sus acciones de ve 9. El Pas, 20 de agosto de 1998. Taja o de sus delitos; hay psicpatas que tienen ms auto-control y son ms brillantes, en buena medida fruto de un ambiente con instruccin.
Pero aun as, muchas de sus con-ductas sern irracionales, sin propsito real, sin que haya una meta sensata que justifique los pasos previos. Predominar lo bufo y lo grotesco. Y en muchos psicpatas esto ser la ten-dencia ms clara, ms difana, por encima incluso de la violencia y la crueldad fsica. Nos dejan la sensacin de que nos manipulan y nos maltratan sin que, en realidad, obtengan as mayor ventaja. Les ira mucho mejor con nosotros si se portaran mejor. Y comprender eso nos des-concierta, y nos sume en la ms profunda desazn. CAMUFLAJE El camalen puede adoptar varias docenas de tonali-dades, de acuerdo a las necesidades de su supervivencia.
El propsito es camuflarse, pasar desapercibido, confun-dindose con el lugar en el que est. Esta es la otra buena metfora para el psicpata. Hay psicpatas que crecen desde nios en un am-biente marginal; comparten con el resto de delincuentes comunes unas circunstancias que, sin duda, han propicia-do un estilo de vida antisocial: padres que no le han ense-ado normas y valores prosociales, que no se han relacio-nado afectivamente con ellos; un trnsito por la escuela decepcionante, con peleas, expulsiones y psimos resulta-dos acadmicos; un contacto temprano con la droga; una asociacin precoz con delincuentes ms avezados. Estos chicos no son camaleones. Son duros, egocntricos y vio-lentos.
Representan a los delincuentes comunes ms peli-grosos. Son polivalentes en el crimen, no tienen ninguna vinculacin real con nadie y slo buscan el placer ms in-tenso e inmediato. Cometi su primer delito grave a los 14 aos. Golpe en la cabeza con una barra de hierro a un de-pendiente de una gasolinera para robarle el dinero. An-teriormente haba asaltado varias veces su escuela y ha-ba abusado de un nio ms pequeo que l.
A los 16 aos atrac un banco, disparando a un guardia jurado que intent detenerle, sin que, felizmente, le matara. Su vida crminal se extendi a lo largo de su edad adulta. A los 36 aos haba cometido dos violaciones, haba pro-bado todo tipo de drogas y era un personaje temido por todos los que le trataban. Siempre engaaba y extorsionaba cuando tena la ms mnima probabilidad de sacar algn beneficio. Sus mujeres eran slo objetos sexuales, y sus padres haca tiempo que haban renun-ciado a verle. Cuando era muy pequeo (sobre los siete aos) haba prendido fuego a su casa, pero los bombe-ros llegaron a tiempo de impedir que la vivienda se cal-cinara. Este psicpata no se camufla.
Su conducta es extre-madamente daina, pero, a pesar de la gravedad de sus actos, hay otro psicpata que se nos antoja ms inquietan-te. Podemos describir aqu dos categoras. La primera la constituyen aquellos psicpatas que son delincuentes, pero que se camuflan como personas respetables. Son asesinos y agresores sexuales que trabajan sus ocho horas; son maltratadores de esposas y de nios que asisten a las jun-tas de vecinos de su escalera, y que los domingos organi-zan barbacoas. Son policas que manejan redes de tratas de blancas en su tiempo libre.
Son jueces que cometen los propios delitos que en sus horas de juzgado condenan con impecables razonamientos jurdicos. Son industriales y banqueros que siembran la desesperacin en la economa de miles de pequeas familias o en el erario pblico mien- n I 20 1 tras salen en las revistas de actualidad. Es decir, no sospe-chamos nada de ellos, pero tienen una doble vida: son personas crueles y ambiciosas que se burlan de las leyes y la sociedad sin asomo de culpabilidad o reparo.
Casi nos anonada su desfachatez, su descaro, y nos llena de temor conocer unos crmenes tan brutales a manos de personas que comparten el autobs o la oficina con nosotros. Una de las ms modernas formas de vivir que han encontrado los psicpatas de esta categora es la de lder de una secta. Estamos convencidos de que la capacidad de manipulacin, astucia, narcisismo y encanto externo que requiere tener el lder de una secta (o un alto cargo en la jerarqua), hace de este puesto un objetivo idneo para el camalen/psicpata. Quin si no puede convencer a mi-les de personas de que su salvacin depende de que con-siga secuestrar psicolgicamente a otros incautos?
Quin tiene tanto arrojo para robar y abusar sexualmente de los aclitos a quienes dice llevar al paraso? La otra variedad del camalen/psicpata es la del su-jeto que no es tcnicamente un delincuente (aunque algu-nos de sus actos rayan muchas veces en la ilegalidad, ya sea penal, civil o administrativa), pero que en la relacin con los dems exhibe todas las caractersticas de dominio y humillacin. El resultado de esto es la extensin de la desgracia y la miseria para todos aquellos que tienen el infortunio de estar vinculados a l. No son delincuentes, pero nos hieren, nos engaan, hacen que dudemos de nuestra cordura. Es el caso de compaeros de trabajo que han fingido lealtad para traicionarnos cuando les ha con-venido; de amigos que han ido absorbiendo nuestra per-sonalidad, energa y dinero a lo largo de muchos aos, sin que supiramos cmo lo han podido lograr y por qu he-mos sido tan estpidos; de maridos o parejas que nos han enamorado para luego descubrir que tenamos que ser muecos de su capricho y de su trato abusivo. Son nues- 22 nos hermanos, que desde pequeos parece que nos envi-dian, que seamos sus enemigos, que hacen cosas que se nos antojan incomprensibles. Roban nuestros ahorros, se aprovechan de nuestros amigos, nos calumnian para pro tegerse ante el castigo de nuestros padres.
Son nuestros hijos, imposibles de gobernar en casa, pero con grandes dotes de actuacin ante otras personas. Nuestros hijos, que sin saber por qu mienten sobre sus estudios, nos hacen mil promesas incumplidas y dan sablazos por doquier. Su crecimiento va parejo con nuestro estupor; un da nos enteramos, que los fines de semana participan en peleas de bandas, que se emborrachan hasta el coma; otro da conocemos que las calificaciones de los ltimos meses han sido falsificadas. An podramos abrir una nueva categora, una de cinco estrellas, compuesta por aquellos polticos y hom-bres de estado que juraron servir a la patria y que luego nos arrojaron a nuestra cara nuestra propia estupidez y credulidad.
Polticos asesinos, criminales de guerra, mili-tares psicpatas. Constituyen el mayor peligro por el po-der que renen. Son responsables de asesinatos en masa, genocidios, aos de miseria e incultura para su pueblo.
Ahora se llaman Milosevic y Husein, antes Stalin, Goering o Bokassa. Le invitamos, querido lector, a que compruebe por qu el psicpata supone una amenaza formidable para nosotros como individuos y para el modelo de sociedad que queremos legar a nuestros hijos. LAS CARACTERSTICAS DEL PSICPATA (EL PSICPATA CRIMINAL) 2.1. LOS PSICPATAS CRIMINALES Cules son las caractersticas del psicpata? Este ensa-yo no podra pretender arrojar luz sobre este tipo de suje-tos si la investigacin acumulada hasta la fecha no hubiera constituido un cuerpo de conocimientos relativamente fia-ble. No es que tengamos todas las respuestas; como el lector observar a lo largo de los captulos, desafortunadamente las preguntas todava son ms que los hallazgos.
Pero ello hace ms necesario, si cabe, reflexionar, interrogar, urgir a todos para que avancen los argumentos y las soluciones. En este captulo hablamos del psicpata criminal, pero no hemos querido desarrollar extensamente este punto, por dos razones. La primera es que, en diferentes partes de esta obra, aparecen casos en los que se ilustran com-portamientos claramente ilegales y antisociales a cargo de diferentes personas que tienen, o al menos muestran, al-guno de los rasgos tpicos de este desorden. La segunda razn es que el nfasis de este estudio no se pone en la criminalidad, porque sta ha sido la actividad central de la mayora de los anlisis sobre la psicopata.' Nosotros, por el contrario, hemos querido subrayar que la capacidad des- 1.
Garrido (director) (1993). Perfil psicolgico y reha-bilitacin del delincuente ms peligroso. Valencia: Tirant Lo BlanCh.
2 tructiva del camalen, incluyendo los actos criminales, re-basa con mucho los mrgenes tradicionales de la crnica negra. Sin embargo, la psicopata criminal extrema repre-senta la metfora del mal en nuestra sociedad y, en la medi-da en que estamos ahora construyendo la sociedad del nuevo milenio, es un asunto que debe ser abordado en un ensayo de esta naturaleza. Este captulo tiene un afn de sntesis. Sigue la cons-telacin de rasgos descriptivos de la psicopata tal y como han sido pergeados por diferentes autores, pero, en es-pecial, por Hervey Cleckley, en su obra seera La Mscara de la Cordura, y por Robert Hare, en su libro Sin Concien-cia. No obstante, en realidad, todo este texto pretende pro-fundizar en la psicologa del psicpata a modo de rompe-cabezas que se va completando en cada captulo, de tal manera que quedaramos satisfechos si, al final del mis-mo, el lector pudiera tener la visin completa (al menos hasta lo que ahora sabemos).
La extensin del problema Se calcula que en los Estados Unidos existen, al me-nos, dos millones de psicpatas, y que en Nueva York vi-ven aproximadamente unos 100.000 de ellos. Se trata de estimaciones conservadoras; no es una condicin que afecte slo a unos pocos sujetos, sino que existen muchas posibi-lidades de que en un momento u otro de nuestras vidas (y para muchas personas, en periodos duraderos) nos vea-mos afectados seriamente por el comportamiento de uno o ms sujetos psicpatas. 2 En Inglaterra, como consecuen-cia de la enorme inquietud que suscita en la sociedad la 2. Robert Hare (1995), Without consciente. Nueva York: Simon & Schuster, p.
Violencia causada por los psicpatas, el gobierno est con-siderando actualmente la posibilidad de encerrar preven-tivamente a los sujetos diagnosticados con este desorden, aun cuando no hayan cometido ningn delito.' En Espa-a no se ha hecho nunca ningn tipo de estimacin a respecto, pero si calculamos que al menos el 20% de lo delincuentes encarcelados tienen este desorden, la cifr total, nicamente de entre los sujetos detectados por e sistema de justicia, se sita en torno a los 10.000. Sin embargo, muchos psicpatas no estn (ni han es tado) en la crcel.
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